El tractor verde con la cabina vacía que atraviesa un campo de cultivo en Manitoba, Canadá, parece encaminado a chocar con la cosechadora de Matt Reimer, hasta que impecablemente se estaciona al lado para cargar en su remolque el trigo recién cosechado.
El tractor autónomo no es un prototipo o una muestra de la última tecnología. Es un John Deere de ocho años de antigüedad que Reimer, de 30 años, modificó con partes de drones, software de código abierto y una tableta de Microsoft Corp. En conjunto, estos elementos le costaron US$8.000. Esa cifra es casi lo mismo que se ahorró en salarios de operadores durante la cosecha del año pasado.
Las alteraciones de Reimer, que él espera reproducir este año para otros agricultores, forman parte de una revolución tecnológica que está ocurriendo a lo largo del sector agrario norteamericano. Los agricultores, muchos de ellos autodidactas, están armando sus propios equipos robóticos, redes de navegación por satélite y aplicaciones para móviles, trasladando los proyectos desde los cobertizos de maquinarias a las computadoras.
Este hackeo casero —que muchas veces se salta las innovaciones de grandes empresas de maquinaria agrícola como Deere & Co. y especialistas en navegación como Trimble Navigation Ltd.— refleja los menores ingresos del sector, los bajos precios del hardware electrónico y, algunas veces, los días de aburrimiento entre una cosecha y la siguiente.
Esos proyectos podrían con el tiempo competir por los dólares de los agricultores en el mercado de la tecnología agrícola, que genera cerca de US$2.000 millones en ventas anuales, según datos y la firma de investigación IBISWorld.
“Aunque los (tractores autónomos) salgan al mercado el próximo año, van a pasar probablemente 15 años antes de que la tecnología llegue a todas las granjas”, dice Reimer, en referencia a las grandes compañías de maquinaria. Es más, su versión sería “mucho más barata que si alguien tuviera cinco o 10 ingenieros trabajando a tiempo completo en algo como esto”, señala. El agricultor añade que su sistema no requiere una alteración del software o código de Deere.
Reimer, que abandonó sus estudios de ingeniería, dice que aprendió a programar en foros en línea y cursos que encontró en el archivo web del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), aunque reconoce que tampoco completó esos programas.
La tecnología está cada vez más arraigada en la agricultura moderna al permitir que un número cada vez menor de personas supervise más hectáreas. Adelantos como tractores con dirección autónoma han dejado a los agricultores con las manos libres para que negocien contratos futuros y se quejen sobre el clima en sus smartphones mientras se sientan en la cabina del tractor, parando sólo para hacer un giro o detener la máquina. Desertores de empresas de Silicon Valley como Google Inc. y Yahoo Inc. desarrollan software para analizar la tierra y administrar el uso de fertilizantes.
Sin embargo, una depresión en los precios de los principales cultivos que ya lleva tres años amenaza la gran apuesta en tecnología agrícola por parte de empresas como Deere, Monsanto Co. y DuPont Co., que han invertido cientos de millones de dólares en cosechadoras guiadas con precisión y asesoría basada en algoritmos para gestionar los cultivos, además de sistemas en la nube para manejar datos. Los precios en declive de casi todos los productos, de la carne a los melones, pueden arrastrar este año los ingresos netos del sector agropecuario estadounidense hasta US$54.800 millones, 56% menos que en 2013 y su menor nivel desde 2002, según las proyecciones del gobierno.
Kinze Manufacturing Inc., un fabricante de equipo agrícola de Iowa, está trabajando en tractores de conducción autónoma, incluyendo un sistema que permite a varios cargar granos en el mismo campo. Kinze sigue invirtiendo en la investigación, pero Phil Jennings,gerente de servicio en la empresa, dice que generar ganancias de esa maquinaria de alta tecnología se vuelve más difícil cuando los precios del maíz, el cultivo más sembrado en Estados Unidos, se ubican a menos de la mitad del nivel máximo registrado a mediados de 2012.
Con menos dinero para gastar, algunos agricultores dicen que pueden construir sus propias herramientas, adaptadas a sus cultivos y a un menor costo.
“La pobreza es la madre de la invención”, dice Jim Poyzer, de 65 años, quien regresó a la agricultura hace seis años después de varias décadas en la programación de sistemas. Hace cuatro años, durante los meses de invierno, Poyzer empezó a cacharrear con un microprocesador, y terminó desarrollando un sistema para monitorear y ajustar la cantidad de semillas que sus cultivadoras siembran en su campo cerca de Boone, Iowa. El sistema ajusta el flujo de semillas a la capacidad del suelo de producir cultivos saludables.
Poyzer estima que el sistema cuesta alrededor de US$750, frente a las versiones comerciales que se venden por casi US$5.000, y le ayudó a ahorrar cerca de US$1.000 al año en semillas. “No es mucho, pero los agricultores están tratando de optimizar todo”, recalca.
Ahora, el agricultor trabaja en otros proyectos, como un sensor de energía solar para monitorear la temperatura del suelo, lo que, dice, podría ayudarle a adelantar la siembra.
Algunas empresas, como Deere, han adoptado medidas para prevenir que alguien modifique el software que funciona en su equipo, y advierten que alterar los sistemas de los tractores pone a los cultivadores y a los trabajadores en peligro. Deere usa las normas de derechos de autor y otras medidas de propiedad intelectual para proteger su software.
“Siempre tenemos productores que quieren desarrollar sobre esas soluciones. Creo que es algo excelente”, dice Cory Reed, jefe del grupo de soluciones inteligentes de Deere. Sin embargo, cuando se trata del software de la empresa, Reed recalca que “tiene que haber un límite, tanto por razones regulatorias como por razones de propiedad intelectual”. Deere no objeta que los agricultores creen sus propios sistemas para que funcionen con los equipos de la empresa, sin alterar el software integrado, siempre y cuando cumpla con los estándares de la industria, señala.
Algunos agricultores aficionados a la tecnología apuntan a generar ganancias con sus innovaciones. Dirt Tech, una startup dirigida por dos agricultores y dos ingenieros de sistemas, está desarrollando una variedad de aplicaciones móviles que ayudan a mapear la fertilidad del suelo en los campos, o marcar rocas para evitar daños en la maquinaria o permitir eliminarlas. La aplicación de la empresa de Elbow Lake, Minnesota, ha sido descargada más de 4.500 veces.
“Realmente disfrutamos resolviendo estos problemas”, afirma Ben Brutlag, cofundador de la compañía, que siembra maíz, soya y remolacha cerca de Wendell, Minnesota. No obstante, agrega, “definitivamente tratamos de ganar algo de dinero”.
Fuente: Agriculturers.com